MATISSE vivía en una jaula pequeñísima ubicada en el baño y no salía más que una vez por semana cuando le limpiaban la jaula y lo metían en una caja de cartón… La jaula era tan pequeña que ni si quiera cabía en la rueda para poder ejercitarse. Por eso, Matisse necesita algo de tiempo para acostumbrarse de las personas y los mimos.
Este pequeño hámster ruso se merece todo lo que no ha tenido hasta ahora: una jaula espaciosa, mucho sustrato para poder hacer madrigueras y todo el enriquecimiento ambiental posible para que pueda ser un hámster feliz.